Receta de tarta de queso y rúcula con jamón ibérico

Uno de los postres más conocidos, y que es muy sencillo de hacer es una tarta de queso. Pero nosotros le queremos dar una vuelta más, y convertirlo en un estupendo entrante. ¿Cómo? Pues con un toque de jamón.

Es un entrante muy sencillo que cualquiera puede realizar en casa, ya que los ingredientes son muy fáciles de conseguir. 

Es recomendable realizarla es día antes de consumirla y que se mantenga en la nevera. Además, aguanta varios días e incluso se puede congelar en un envase hermético.

Vamos a conocer los ingredientes

Como decíamos, son pocos y muy fáciles de encontrar en cualquier supermercado. Apunta:

125 gr de galletas tipo Cracker (sin sal)

60 gr de mantequilla

250 gr de queso de untar

30 ml de leche

3 láminas de gelatina

40 gr de rúcula

80 gr de jamón ibérico

Sal

Elaboración

La elaboración como ya hemos comentado, es bastante sencilla. Si en alguna ocasión habéis realizado una tarta de queso de este tipo seguro que os va a resultar muy familiar. Simplemente le hemos dado una vuelta más y añadido algún ingrediente más para que resulte mejor como entrante que como postre.

¡Pasemos a la acción!

Lo primero de todo es ir preparando la gelatina y para ello sumergiremos las láminas en agua tibia para que se vaya hidratando. En el caso de no tener láminas de gelatina, también podremos utilizar gelatina en polvo, pero lo recomendable es usar las láminas.

Vamos a lavar la rúcula, la cortamos en trozos ni muy grandes ni muy pequeños, para que se pueda apreciar el toque de sabor que le dará a nuestra tarta. Reservamos para usarla más tarde.

Continuamos con la que será la base de nuestra tarta y para ello vamos a echar mano a los crackers. Nos ayudaremos de un robot de cocina para triturarla y dejar las galletas echas prácticamente polvo. También podemos no triturarlas del todo para que aparezcan pequeños tropezones de galleta y darle otro tipo de textura al comerla.

Si no disponemos de robot de cocina, las podemos machacar introduciéndolas en una bolsa y usando un palo de amasar, bien para golpearlas, bien para pasarlo por encima, así podremos elegir la textura que queramos darle.

Una vez preparadas las galletas, derretimos la mantequilla en el microondas, poco a poco, sino saltará y lo pondremos todo perdido, o la derretimos al baño maría. Esta última opción es más lenta, pero te aseguras que no ensuciaras prácticamente nada.

Esta mantequilla derretida la incorporamos a las galletas y las removemos bien, hasta que haya sido absorbida por completo. Lo ideal sería hacerlo en un bol, de esta forma podremos manejar mejor el producto.

Empezamos el montaje poniendo en un molde para tartas desmoldable (como el que usamos para hacer bizcochos) papel de hornear para cubrir el fondo. Vamos colocando la mezcla de galletas y mantequilla en el fondo, ayudándonos con una cuchara y apretando un poco la masa para que quede más consistente.

Lo llevamos a la nevera para que se vaya endureciendo la masa, ya que la mezcla que le pondremos encima estará caliente y puede hacer que la base se deshaga. Unos 10 minutos o más es el tiempo que debe pasar allí.

Mientras la base está en la nevera, calienta la leche hasta que esté templada, y utiliza esta leche para deshacer el queso de untar. Es recomendable dejar que se enfríe un poco una vez desecho el queso, ya que a continuación le añadiremos la rúcula, y si la mezcla está caliente, este vegetal no podrá dar todo el sabor que tiene, además de adquirir una textura no muy apetecible.

Añadiremos un poco de pimienta a la mezcla, si es de vuestro agrado, para potenciar más los sabores y la gelatina escurrida. Mezclaremos bien todos los ingredientes hasta tener una mezcla homogénea y cremosa.

Sacamos la base de la nevera y volcaremos la mezcla realizada sobre ella, repartiendo por todo el molde para que quede todo igualado. Con una espátula intenta dejar la parte superior bien lisa. Tras esto, introduciremos el molde en la nevera y lo dejaremos como mínimo 2 horas para que coja cuerpo y consistencia.

Ahora que ya está lista y te dispones a servirla, es el momento de añadirle encima unas lonchas de jamón ibérico, que acabas de cortar, o que has sacado del sobre un tiempo antes de montar el plato, para que coja la temperatura ideal.

Simplemente queda darle algún toque para decorar y presentar a tus comensales.

Seguro que sorprendes a más de uno con este entrante que muchos se imaginarán como postre.

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¡Esperamos que os guste!

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