Por último, no podemos olvidarnos de mencionar al grande, el clásico entre los clásicos de los huertos en verano: el tomate. Este fruto rojo y carnoso aporta un sabor excepcional difícil de rechazar que, unido a la jugosidad del agua que encierra en su interior, se volverá un imprescindible en tus comidas.
Además, existen múltiples maneras de comerlo: podemos rallarlo encima de una tostada o cortarlo en rodajas y colocarle un poco de aceite, sobre el que descansará nuestro jamón. Por encima de esto, se puede comer a cualquier hora del día, tanto para un contundente desayuno, como merienda o una cena, incluso como entrante tal y como comen los catalanes su “pan tumaca”.