Durante las primeras semanas de curado, se produce una reacción química en la carne que transforma la sal en ácido láctico, lo que ayuda a proteger el jamón contra el crecimiento de bacterias dañinas. A medida que el jamón se seca, también se desarrolla un sabor y aroma distintivo debido a los lípidos y proteínas de la carne. Durante esta fase es cuando se crean los famosos cristales de tirosina, indicador de que el jamón se está secando y curando como debe.
A lo largo del proceso de curado, los jamones se lavan y cepillan regularmente para eliminar cualquier moho o bacterias no deseadas que puedan crecer en la superficie. También se puede aplicar una mezcla de grasa y harina de trigo en la superficie del jamón para ayudar a protegerlo y mejorar su sabor.
El tiempo de curado del jamón puede variar desde unos pocos meses, hasta varios años, dependiendo del tipo de jamón y la región en la que se produce. En general, cuanto más tiempo se cura el jamón, más intenso será su sabor y aroma.